sábado, 15 de noviembre de 2014

Punakha

Para mí, lo más bonito de Bután son los caminos a tu destino. En este caso el destino es Punakha, la antigua capital de Bután.
Cogimos un taxi compartido (300n/4€) que haría los 70 km que nos separan en tres horas. Después de que el taxista terminara con los recados en Timbú, nos pusimos en marcha.
En el taxi
El camino a Punakha atraviesa un puerto de montaña, el Dochula pass, desde el que en un día claro se puede ver toda la cordillera de los Himalayas. Nosotros tuvimos suerte y ¡vimos los picos! La verdad es que hizo un día precioso y caluroso. Paramos para hacer las típicas fotos y ver Gasa a lo lejos, otro pueblo de aquí. La foto que os muestro no está tomada desde un avión, es bastante impresionante darse cuenta de que sobre esas nubes se asoman tímidos los picos de las grandes montañas de Bután.

Picos sobre las nubes


De vuelta al taxi y bajando hacia el valle...paramos para comer, como veis ¡no hay prisa por llegar! Este es el restaurante y los taxis típicos aparcados fuera. 
Taxis y restaurante
Como era pronto y yo no tenía hambre, me di una vuelta por la carretera polvorienta a ver el paisaje. Punakha es famosa por el arroz, el rojo y el blanco, ¡están buenísimos! Así que vi arrozales por todas partes y a los granjeros recogiéndolo y ordenándolo perfectamente. ¡Qué idílico es el campo!
Orden en el arroz
Terrazas
Seguimos ruta y llegamos a Punakha. Pensaba que iba a ser un poco más grande pero no, aquí lo tenéis, cuatro casas, un monasterio y un río, ¡precioso todo junto!
Terrazas vistas desde el pueblo

El monasterio

Una calle

El pueblo completo
¿Que no os doy información? En realidad esta es la ciudad nueva, Punakha antigua está enfrente del Dzong, a unos cuantos kilómetros de esta ciudad, ¡imaginaos! 
Punakha antigua y su río
Como dije antes, Punakha era la antigua capital pero la trasladaron a Timbu en 1955. Como es más cálida que Timbu, todos los monjes de Timbu se trasladan aquí en invierno y vuelven a Timbu en verano que es más fresco. No viven mal, sobre todo cuando veáis su monasterio.

Todo el valle está atravesado por dos ríos, el Pho Chu y el Mo Chu y el Dzong se encuentra en la confluencia de estos dos ríos, el río resultante es el que baña los márgenes de la nueva ciudad. 

Es una ciudad pequeña, tiene bastantes ultramarinos, supermercados, algún que otro restaurante que se encuentra con lupa, un bar-club y un mercado, todo en tamaño mini. ¡Me encantó!
En una de nuestras mil vueltas nos encontramos con unos niños que quisieron que les hiciéramos una foto, así que ahí la tenéis.
Niños
Después de comer nos fuimos a visitar el Dzong. La traducción de su nombre sería algo así como "El palacio de la gran felicidad", aquí se casaron los actuales reyes, se coronó al primer rey de Bután y se encuentran las reliquias del lama tibetano (Ngawang Namgyal) que unificó Bután y sentó las normas de este país que todavía siguen. Bastante importante, ¿no? Se construyó en el siglo XVII y dicen que en dos años lo terminaron, como el monasterio del Nido del Tigre que ya conocéis. Como está situado entre dos ríos tiene el peligro de ser inundado por ellos, ya ha pasado antes, inundado por el agua de los lagos de los glaciares, ¿es posible?

¡SENSACIONAL!


Yo no había visto fotos antes y  no sabía lo que encontrarme. Para mí es el Dzong más bonito que he visto en Bután, por dentro tiene ese caracter de decadencia cuidada que tienen algunos edificios antiguos y por fuera, sobran las palabras. Es un lugar idílico, así que no me extraña que se trasladen aquí los monjes de Timbu. 

La sala central (no permiten hacer fotos) es como una catedral, está llena de pinturas de la vida de Buda desde que nació, pinturas de mandalas en los techos, estatuas enormes de madera policromada de Guru R. y Buda y otros seres que no reconozco. Y el resto son habitaciones, pasillos, puertas y escaleras que no sé a dónde llevan...

Antes de cruzar el río, vaca libre

El puente de madera que te lleva al Dzong
Entrada a la gran sala


Uno de los patios interiores


Pasillo en el tejado

Vista desde el tejado de la confluencia de los dos ríos
Vista de los HImalayas altos por el otro lado del Dzong

Una pintura
 Al día siguiente volvimos, el cielo más cubierto, más oscuro, anduvimos por los jardines y volvimos a disfrutar de su interior sin tomar fotos.

Cogimos un taxi, esta vez tardó un poco en llenarse, y volvimos a Timbu. El conductor era bueno, solo que en alguna que otra de las mil curvas de estos caminos se pensaba que estaba en un rally, pero llegamos sanos y salvos a casa.
Nuestra parada para comer fue en un sitio con estas maravillosas vistas, la comida bastante mala por cierto...


¡Hasta la próxima!










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